Perdió sabor el cigarro.
Los besos,
se acabaron.
Las noches,
pasaron.
Pero este idiota,
siguió esperando;
un abrazo tuyo
que dijera:
“sos todo lo que había soñado”.
Jamás se ha articulado.
Porque…
soy pesadilla,
resaca y envidia.
Trauma,
tristeza y agonía.
Vos, en cambio…
sos belleza,
llena de gritos y melancolía.
Una princesa
que no necesita (mi) compañía.