Estoy sobre una montaña...
elige la que a ti más te agrade,
imaginariamente,
coincidiríamos en la imaginación.
He estado en la realidad.
Pero hoy, otros son mis pensamientos.
En las que hace años estuve,
no sabía que existías,
y ni siquiera te conocía.
Hoy, en la lejanía, te veo,
te percibo, te añoro...
¿ y por qué no decírtelo?...
¡Te amo!... tanto es mi amor,
que si tuviese que estar en esta
imaginaria montaña días y noches,
pensando en ti, así sería.
Me imagino en ella, allá arriba,
en una incalculable altura,
rozando el fuerte viento
todo mi ser, todo mi cuerpo.
Estoy en otro mundo,
aislado del resto de la gente.
He buscado este lugar,
sólo para que en una forma distinta,
pensar en ti.
Si pudiese quedarme aquí por mucho tiempo,
soportando fríos y heladas,
lluvias y vientos,
el insoportable calor del sol...
siempre mi pensamiento en ti.
Soy un romántico soñador,
soy siempre el ser que cree
en lo posible, y enfrento los imposibles,
aunque ellos nunca puedan lograrse.
Un soñador que ama con todas
las fuerzas de mi alma...
un crédulo soñador del amor.
Gracias a Dios existes, eres real,
y al mismo tiempo inalcanzable,
pero no importa, a veces pienso
que los imposibles sueños
pueden convertirse en realidad.
Total, soñar, nada me cuesta.
El soñar amarte, como en este
imaginario momento sobre una montaña,
hago de cuenta que esto es una realidad.
Una soñada realidad que lo que sólo
me cuesta, es soñarla, nada más.
Sobre esta montaña te busco,
no te encuentro, porque en ella no estás.
Pero por mi imaginación, aquí te veo,
cerca de mí estás. Te diviso. Me acerco a ti.
Te tomo entre mis brazos,
y alzada a ti en ellos te llevo...
No se dónde, más lejos de lo que estamos.
Te observo, te miro a los ojos...
y soy tan, tan, pero tan feliz...
que desearía se detenga el tiempo,
y nunca te vayas de mi lado.
¿por qué sentir tanto este amor, amada?...
Dios me permite imaginarte, soñarte...
sin que tú estés junto a mí en realidad...
Dios me permite soñar, hasta alcanzar
algunos de mis sueños,
otros no... no puedo obtenerlos,
pero sí imaginarlos, soñarlos...
como te sueño a ti...
¡Oh, inalcanzable amor,
dama de mis sueños,
no te pongas triste...
déjame vivir estos momentos
de felicidad imaginada!...
Igual me siento feliz...
soñar contigo, y no tenerte conmigo...
hoy no he de llorar mi soledad,
me he prometido no hacerlo,
tal vez ésta sea una prueba más
que Jesús me está tomando...
y no debo fallarle,
ni a Él ni a ti,
aunque lejos estén de mí,
ustedes siempre en mí vivirán...
Todos los derechos reservados del autor( Hugo emilio Ocanto - 28/05/2013)