Densa bruma que en las noches
atormenta mis desvelos
y a mis penas sin consuelo
las colma con sus reproches.
Me turba con su neblina,
poniendo en mí... confusión,
y agita mi corazón
cuyo tic tac no domina.
No llevo en mí ningún cargo
frente a su triste destino,
pues me fui de su camino
que me dió tragos amargos.
Me alejé de su presencia
por tanto que la quería
y mucho que me dolía
su falta de transparencia.
Su final no imaginaba,
ni se lo hubiera augurado;
más un sino desalmado
le dio fatal estocada.
Y se instaló la tristeza
con la bruma recurrente,
buscando nublar mi mente
con intenciones aviesas.
No haré caso a sus cuestiones
esquivando sus embates,
y no podrá con dislates
causarme más turbaciones.
Queda limpia mi conciencia
que siempre actuó con honor,
doliéndome el sinsabor
que me trajo su presencia.
Quiere mandarme al averno
con su brumoso veneno,
es por eso que le ordeno
que se vaya al mismo infierno.
Jorge Horacio Richino
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