Remembrando tus rojos labios anhelo el beso
que avivaba en mí el fuego de mi pasión,
su dulzura me ocasionaba tal embeleso
que inflamaba las llamas de mi corazón.
Tus rubíes eran para mí néctar sublime,
como sonido de clarinetes celestiales,
mirífico elixir de las fiestas bacanales
que del ardor del amor mi frenesí redime.
Fluyes ante mí como espíritu vaporoso
que raudo se desliza por las altas esferas
de este vasto universo sin principio ni fin.
Y me dejas inmerso en un vacío vagaroso
a él aherrojado y del que jamás me liberas,
como las notas nunca arrancadas de un violín.
Suspiros y sueños de amor