Aquellos que de amores han leído,
y notan de mi lira su tristeza;
sabrán que de la vida, y su crudeza,
recogen los poetas su quejido.
El bardo, del amor, por siempre ha sido
la brisa que conserva su pureza;
su rima es el rocío de tibieza
que extrae del dolor febril latido.
Jamás un corazón enamorado
podría resistirse a la ternura,
que lleva el dulce verso apasionado
que exhalta del amor su gran locura;
y teje con su canto ilusionado,
del alma, su mas bella partitura.
Autor: Aníbal Rodríguez.