qué me diste mujer
bajo tu delantal de higuera
que el deseo viviente desvistió
como tus ojos
y desató tus preñeces
el bien y el mal no hieren
más tu rostro...
porque no se esconde tanto la dicha
y este
pecho te obedece
hasta codiciarte
tu desnudez cose huertos
multiplica
frutos... por tu causa entonces
en cada calcañar
deposité
mis ósculos de hombre
y cambié espinos
por sudor y cardos por hijos
de tu amor