ATIéNDEME HIJO MÍO.
Atiéndeme hijo mío,
que vengo cansado
del trabajo.
El dolor de espalda
no me deja hacer nada
y tu aquí con ese teléfono
dale que dale sin pensar que
los gastos de la luz corren
por mi cuenta.
Tu te callas, no dices nada,
como a ti no te cuesta.
Que importa si yo soy el que
cada día se saca la mugre
trabajando para tenerte a gusto,
y tu, me miras, sientes mi dolor
ni siquiera dices, papa descansa,
yo te atiendo.
MANIQUI
En una tienda de la ciudad
En su vitrina estabas tú,
Parecías una niña triste, con la
Mirada perdida, a un cielo falso,
a escondidas, me mirabas
y me hablabas, yo no te escuchaba
creyendo que era el grosor del vidrio
y buscaba las palabras que caían
al suelo y se las llevaba el viento
pensando que era otoño y el comienzo
de un frío invierno.
Me di cuenta que estaba loco,
moví la cabeza, sonreí y me dije,
carájo, si es solo un Maniquí.