Siux y Dante no podían votar pese haber nacido en España , y de poder haberlo hecho, hubieran sido incapaces, como mucha gente sin conciencia, de saber a quien votar. A no ser que les hubiera puesto el voto en la boca o las pezuñas Carlos, su dueño. Este, pocas horas antes del cierre electoral tampoco tenía claro, no solo de quien votar, sino de lo conveniente de hacerlo. Carlos, y sus dos perros de tiro descansaban de la segunda travesía con el trineo a la montañas de Pipa con el fin de cargar leña ante la bajada de temperaturas que se estaba produciendo. En esta expedición , Carlos, había regresado herido leve al clavarse una rama seca en la pierna en un barranco lleno de matorrales secos. Cada vez era más habitual para Carlos encontrar en los barrancos de Vall d´Uixó prácticamente la vegetación muerta, y la ausencia de fauna. Sus dos perros al entrar en la casa se tumbaron cerca de la cocina de leña , todavía caliente, después de haber estado encendida esa mañana de domingo calentando agua para lavar la ropa de la semana, así como agua para ducharse, a la vez que preparaba un perol grande de lentejas con tocino y magro para los tres.12 años de crisis económica acompañada de una brutal manipulación mediática, con un recorte a cuenta gotas pero ininterrumpido de derechos, habían hecho mella en las esperanzas y expectativas vitales de la mayoría de la población obrera del territorio de Vall d´Uixó. Carlos tampoco esperaba un futuro bueno, no por lo que decían las encuestas, que eran malas para España, sino que tenía muy difícil no acabar en prisión como la mayoría de gente que había criticado el poder. De no acabar en prisión, la otra opción ya lo conocía sobradamente desde hacía ocho años que estaba en un proceso judicial, y unos diez seguido y acosado por la policía. EL resultado es que en el mejor de los casos acabaría como un perro abandonado en la miseria, o colgando de una rama en un barranco lleno de matorrales secos. Es fácil que algún otro desgraciado buscando leña, quebrara su cuerpo seco para calentarse. Aún así, Carlos, era de los que mejor se encontraba en Vall d´ UIxó. A excepción, que las había: políticos, traficantes de drogas, caciques o funcionarios. De Carlos se podía decir que era de las personas más trabajadoras y preocupadas por la suerte del ecosistema de vall d´Uixó. En ese ecosistema incluía a sus vecinos, ¡ tan responsables en la destrucción medio ambiental de su propio entorno!, trabajadores y desempleados que vagaban por las terrazas de los bares como fauna desperdigada bajo un cielo transparente azulado la mayor parte del año, víctimas como las perdices de los cazadores, ellos, humanos era la caza del orden económico, que adoptaba forma de caos para cazarles mejor. Pese esa transparencia de la bóveda celestial que envolvía las vidas de los vecinos de Vall d´Uixó, así como el resto de gente del país, se encontraban reducidos a la desesperanza, y sometidos a una dolorosa experiencia de indiferencia personal y familiar de la que no sabían salir. La vida se había vuelto mala, complicada y manipulada, de espaldas a la naturaleza. Cada individuo quería mucho , más de lo que le pertenecía como animal, pero tenía muy poco, menos de lo que le pertenecía como persona. Una profunda tristeza habitaba bajo los arcos de las cejas pobladas de los vecinos de Vall D´Uixó. En sus rostros tostados por el sol de las terrazas orientadas hacia el sur, se reflejaban hondos surcos de tragedias vitales. Eran un arco reflejo de palabras, gestos, actos que salían de sus cuerpos llenos de maldad. De una maldad novedosa, reciente y contra la que luchaban sin comprender como hacerlo. No lo hacían de forma semejante a como los animales cuando son heridos y siguen luchando para sobrevivir, sino creyendo la manipulación a la que estaban expuestos. Su maldad era de tipo inducida, producto del modo de vida de sistema. Era una maldad procesada industrialmente, donde las relaciones sociales acaban en profundo hastío. Un hastío mortal que venía del hartazgo moral, y acababa en angustia vital. Los más básicos lazos de solidaridad se habían borrado de la especie humana en este país de gente amarga y amargada. La relación con la vida económica de muchas personas se basaba en una paga miserable para miserables, que les venía de unos servicios sociales que trataban de cronificar la desgracias de las personas a cambio de paz social. De todo esto, Siux y Dante, los dos perros de tiro no sabían nada, pero si de trabajar. Trabajaban mucho más que muchas personas de Vall d´Uixó. Su trabajo era un fin en si mismo, un destino lleno de aventuras. EL trabajo a estos perros, como a Carlos, les había salvado y constituía su forma de vida. EL ocio, la libertad, la fraternidad, el amor, la esperanza, no existía para ellos. Tampoco esperaban sentimientos de compasión ante su situación de nadie. Es más, lo que más temían es que sabiendo de su debilidad, sus vecinos llenos de amargura, hostilidad y odio, se lanzaran contra ellos. Bastaba presentarse en un cuartel de la guardia civil y acusar a cualquiera de cualquiera cosa. Cada hombre era un policía de otro hombre. Una cadena repugnante adornada de progreso y servicios baratos ataba a las personas para destruirlas. No hacía falta pruebas para acabar con la vida de alguien, tan solo si había alguna publicación en Internet de cualquier opinión política contra el sistema era suficiente para acabar con la vida de una persona retorciendo esa opinión hasta moldearla en forma de delito penal.
Carlos conocía esta situación de sobra, y por ello maldecía cada hora que estaba vivo dentro de este sistema.
Sin sus perros y sus opiniones contra el sistema se hubiera vuelto loco, y sus perros sin saberlo, porque alguien quiso actuando de mala fe, y sus opiniones se volvieron los contra él, sin que sus perros lo supieran ni nunca llegarán a comprender tanta maldad contra alguien como Carlos que los cuidaba. Me refiero a una protectora que lo acusó a él, de maltrato animal por publicar la foto de un perro con limaniosis, una dolencia mortal y que interpretaron que él lo estaba matando de hambre. Pero así era la gente fuera del contexto natural, en un entorno viciado y malo.
Carlos se acerco a sus perros para felicitarles por el trabajo hecho una vez tiro el algodón empapado de betadine a la bolsa de basura que se había aplicado a su pierna..
Siux, Dante, amigos míos. ¿ qué tal estáis después del descenso?
Habéis bajado muy rápido por la pista ciclistas llena de enormes grietas por el desuso. desde que paso aquel tractor que mando el grupo de ciclistas de terratremols. No sabían lo que hacían. Han destrozado esa parte de la ladera. La tierra se hunde, las grietas en algunos puntos llegan a más de metro y medio de profundidad por un metro de ancho, parece un escenario de película de terremoto.
También a Carlos acusaban de delito medio ambientales, justamente a él, otra vez una publicación en Internet denunciando delitos medio ambientales, el sistema entiende que si lo denuncia, es que él es el culpable. Era sí era la era de Internet.
Los dos perros le miraron animados pero sin moverse de sus cojines donde descansaban plácidamente satisfechos con el esfuerzo-
Ayer y hoy habéis trabajado muy duro, mucho más que muchas personas que conozco.
Carlos pensó en la gente del taller de empleo, y siguió hablando a sus perros.
Nosotros somos los últimos guardianes de este territorio, por mucho que nos acusen y nos hostiguen tratando de desplazarnos . Hemos sido lo que hemos parado las carreras ilegales ciclistas patrocinadas por el Ayuntamiento en nuestras montañas. . Laderas rocosas de rojo rodeno , escarpadas como pirámides. Pedregales y arenales donde solo viven la palera. En algún rincón lejano, casi colgando de las paredes verticales, se ve alguna carrascas entre las terrazas construidas con piedras secas, surge la sombra de lo que fueron los algarrobos. Hoy encorvados, retorcidos, llenos de hongos, devorado por fanerógamas. A veces tienen a su lado olivos, almendros, o vides raquíticas. Arqueología del secano perdido Dante y Siux.
Los perros jugaban dando su patita a Carlos. Este con melancolía les explicaba su situación, aunque ellos no la comprendían:
Nos espera una gran sufrimiento este invierno, quizás la extinción en esta ratonera. como este lugar cuando no estemos. Nos encontramos acarralados sin salida en Vall d´Uixó. No la veo. Sin embargo veo el fin, como esta casa que caerá rápidamente cuando no estemos.
Carlos paso la mano por los hocicos de sus canes, pensando cuando no estuvieran. En los barrancos nadie recogerá la leña. Allí se amontonara hasta que arda algún día. Ni habrá podas de oliveras, algarrobos. Solo habrá paseantes, motos de trial y ciclistas rompiendo los ribazos, las calzadas musulmanas, el patrimonio de la guerra civil que cuidábamos. Carlos se sentó entre ellos en unos cojines azules a los que había amoniaco días antes. La noche había caído, reinaba una gran oscuridad pese haber luna llena que se mostraba por la ventana anunciando desgracias. empezaba a hacer frío una vez se esfumó el calor de la estufa de leña que hacía varias horas que estaba parada. La carga de los dos viaje en trineo llegaban hasta la ventaba. Los perros había mostrado un gran coraje subiendo por un collado por el cual no cabía el trineo. Carlos recordó el momento en que casi caen subiendo por esas garganta. Era hasta tal punto angosto que Dante y Siux tenía que ir lomo con lomo pegado, y el trineo llevaba una rueda por el suelo, y la otra por la pared de la estrecha garganta, avanzado en un ángulo de 45 grados hasta que volcó y tuvo que ser arrastrado por Carlos junto los perros por una cuesta con una pendiente casi vertical.
La vida de Carlos estaba al limite de la resistencia física y mental a la que podía ser llevada una persona conducida a situaciones de estrés, represión y miseria. Siux y Dante, al contrario, llevaban una vida plena y satisfactoria de trabajo al aire libre, una vida que a Carlos como a mucha gente le gustaría desarrollar, pero que sabía que en el ecosistema de un país basado en un sistema de control y producción como el suyo iba a ser difícil poder respirar en libertad y con autonomía. Había miedo, odio, cansancio, apatía en los rostros de la gente, nunca pensó Carlos que el mundo de los hombres iba a ser más despiadado e injusto que el de la naturaleza.
Este invierno sería necesario sacar fuerzas pese a todos los golpes recibidos, y seguir luchando al filo de lo imposible por la supervivencia moral como física.