Habían ferias en mi pueblo,
oigan lo que me paso:
que una estupenda muchacha
a su pieza me llevo;
hacia tiempo la había visto,
sin nada formalizado
le había insinuado al oído
querer ser su enamorado;
ella esquibandose un poco
por miradas de la gente,
me decía: - calmese chico,
mira que hay muchos presente.
Pero una presisa tarde
donde yo estaba llegó,
acompañándome un rato
cruzó la pierna y me habló.
Ya había caído la noche,
dijo que la acompañará
y cuando a la sala entramos
dio lugar para besarla,
no había cama ni tendido
pero algo se improviso,
para entrarnos más al cuerpo
y consumar nuestro acto.
Hagamòslo, dijo ella,
mi cuerpo se estremeció
y apenas a media ropa
lo mio en ella sintió;
ella encima se movía,
me hacía estremecer,
yo sus cenos le besaba,
ella gemía de placer,
pantalon en las rodillas,
su falda encima de mi
eso a ella no le estorbaba
disfrutó, yo lo sentí.