Y te empecinas en ser lo que no eres:
espina y no rosa,
cardos y abrojos,
desierto en vez de oasis
y en vez de perla, roca.
Te empecinas en fingir ser torrente
que destruye a su paso,
vendaval que asola
y no remanso.
Intentas fútilmente ser rayo que fulmina,
flecha que traspasa,
boa que paraliza...
y no paloma blanca.
Contra el amor no puede
el odio o la repulsa,
y a pesar de ti misma
Oh niña equivocada,
a este viejo cansado
de cierto que le importas.
Si no te importo, es mi pena.
Si quieres ser abismo que horroriza
o estepa solitaria,
o noche sin estrellas...
Para ti yo seré sincero amigo,
y padre y consejero,
y mentor que espera,
paciente que despiertes
de tu cruel pesadilla.
R. Gruger / 1985