Me parece entrever,
a tu Divino Espíritu presente,
que admirable,
me inspira y me estremece...
Y repleto de ansia indecible,
quiero contemplarte,
ya que nunca dejaré de amarte,
porque existes...
Que omnipresente,
por doquier tu corazón me late,
gran Dios impalpable,
que dejas que de ti me apasione...
Y solo sé,
que soy tuyo hasta la muerte,
y cuando me juzgues,
ten en cuenta mis versos de creyente.