He detenido mi andar al saberte eterna
Sin respiración y aliento terminaré un día inmóvil, inerte
En cambio, tú, inmortal, constante, de brazos tibios e imagen clara.
He detenido mi andar, al saberte ajena, incontenible tu alma, lejana
He iniciado mi Hégira solitario, mi viaje cual eremita de sueños muertos
Me he alejado de ti, con los ojos cerrados, sin aliento, pleno de olvido.
Para sentir que respiro, te miro
Para sentir que aún vivo, te miro
Pero vuelvo aquí de nuevo, como rama florida, como brote de olivo
Va brotando el placer, tierno como un suspiro
Con un aliento de paz, que me ahoga y me espanta
Una sorpresa tímida, un sobresalto en mi alma
He caminado hacia ti de nuevo, al saberte humana, temerosa
Vuelvo a ser esencia, sustancia material y te miro
Llega a mi tu voz, desamparada. Pudiste amar y mueres.
Tu corazón encogido, de latido débil. Pudiste amar y mueres
Hemos detenido el andar, como flores agonizantes, de brazos débiles
El principio de un gemido, tu cuerpo de pie junto al mío
Vuelvo a nacer y te miro. Vuelvo a amar y te miro
Vuelves a mí y me miras. Vuelves a amar. El adiós, la partida.