Pequeña dama solitaria,
en las noches ardes al fuego,
recorres tu cuerpo
con manos de deseos.
En tu lecho inmenso frio
calmas ansiedades,
cubres tu desnudo cuerpo
con satisfacción espontanea.
Imaginación que vuela
busca en los recuerdos
las ardientes noches pasadas,
calores recorren tu cuerpo.
La piel se eriza
por las caricias espontaneas
que satisfacen
tu volcán interno.
La sabana ardiente
como arena del desierto,
tiene huellas
de sudor y deseos.
Jadeante respiración,
aromas de vapores.
el sexo inflamado
por tanta sanguínea presión.
Exquisitos placeres
que descubres con dedos sabios
pensamientos morbosos,
amores lejanos pero no imposibles.
Cuerpo vibrante
por sabios placeres,
te dejan sin fuerzas
por los goces.
Regresas al lecho,
como cada noche estas sola,
solo ha sido un juego
de mujer solitaria.
El ardiente placer de ama de casa
de mujer con deseos,
con miedos,
que tiene satisfacción esporádica
por ella inducida
ante la ausencia del amor.