Armando G.

Juegas sola.

Pequeña dama solitaria,

en las noches ardes al fuego,

recorres tu cuerpo

con manos de deseos.

 

En tu lecho inmenso frio

calmas ansiedades,

cubres tu desnudo cuerpo

con satisfacción espontanea.

 

Imaginación que vuela

busca en los recuerdos

las ardientes noches pasadas,

calores recorren tu cuerpo.

 

La piel se eriza

por las caricias espontaneas

que satisfacen

tu volcán interno.

 

La sabana ardiente

 como arena del desierto,

tiene huellas

de sudor y deseos.

 

Jadeante respiración,

aromas de vapores.

el sexo inflamado

por tanta sanguínea presión.

 

Exquisitos placeres

que descubres con dedos sabios

pensamientos morbosos,

amores lejanos pero no imposibles.

 

Cuerpo vibrante

por sabios placeres,

te dejan sin fuerzas

por los goces.

 

Regresas al lecho,

como cada noche estas sola,

solo ha sido un juego

de mujer solitaria.

 

 El ardiente placer de ama de casa

de mujer con deseos,

con miedos,

que tiene satisfacción esporádica

por ella inducida

ante la ausencia del amor.