La noche es un desierto austero de palabras
Me prometiste volver antes que el otoño
Desprendiera las últimas flores del rosal
Que guardo en el lugar cercano.
La noche es un evento frugal y amansa
la desdicha de la soledad y el trago amargo
En un portal cercano algún lúgubre y excelso
De la calle teje su rutina con humo de un tabaco.
La calle es un lodazal de ideas mansas
Y yo menso pendiente al firmamento
Por sonde debías anunciarte con luz de aurora
Más solo es el adorno de unas nubes borrosas.
La noche se hace senil y solitaria va a su tumba
A respirar su últino minuto ennegrecido
Las estrellas se apagan en el firmamento
La monotonía del recuerdo de un beso me detiene.
Y paro como un reloj de cera al sol bañado
En la aurora febril que dispersa partículas
De tu último adios en mi memoria fría
Y enajena mi alma en una nube efímera de horarazca y sal.
La noche se dispara y agoniza solitaria
El día promete la humedad que quizás
Lave por siempre esta mancha en mi piel
En el alma no, en ella guardo cicatrices
De tus últimas emboscadas, más hoy han muerto
Todas tus estrategias
Quizás sea mejor así, que se apaguen con las estrellas
Todas las memorias de tus adioses y regresos
Y en el alma crezca como una selva
el desdén por tu humedad intermitente y perentoria.