En el atisbo de romper tu cuadrado
te extravías en un bucle de costumbres
y en la burbuja arcana de tus días
niegas a las olas de tu mar.
Prefieres la comodidad que te ofrece la orilla
y es en tu arena donde presientes pasos
te escondes de ellos en alguna cavidad
y al final reconoces que quien te persigue
eres tu misma.
En tus diálogos más solitarios
quizás volteas a tu cielo para conversar
con las nubes
soñar con las formas
e imaginas a tu barca mar adentro
y quizás pienses en una posible tormenta
o algún paraíso
y quizás después sigas caminando por tu playa
sin memoria de largo alcance
hasta el final de tus días.