He tenido un ramillete
de rosas rojo carmín,
de dulce aroma sin fin
y setenta veces siete.
Sazonaron mi pasado
con garbo y con elegancia,
dejándome su fragancia
de sabor almibarado.
Fueron mi dulce consuelo
y disfruté de su aroma,
siendo para mi palomas
que me alzaron en su vuelo.
Me queda de ellas su esencia
y el calor que me ofrecieron,
cuando a su lazos me unieron
en mágica providencia.
Pintaron sus mil colores
en el albur de mi sino,
para marcarme un camino
sembrado de bellas flores.
Para mi vida primores
como pétalos sedosos,
de recuerdos tan hermosos
que viven en mis honores.
Jorge Horacio Richino
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