Ojos verdes como arrecifes del mar,
brillaban como hermosos luceros,
eras dulce, con ternura para amar,
y en tu voz, cada gesto, un te quiero.
Madre graciosa… no te voy a olvidar,
porque mi alma eternamente espera,
que tus manos me vuelvan acariciar,
con bondad y fineza de alfarera.
Vine al mundo junto con tus dolores,
y en tus brazos sentí amor eterno,
envuelto en tus susurros, con amores;
sintiendo mi rostro tu beso tierno,
fruto de tu vientre y tus clamores,
siendo tu sonrisa mi fresco invierno.