Encontré tu foto escondida,
Entre las hojas de un poemario que habías leído,
Lo envolvía un pañuelo de seda
Tan suave como la piel de tus labios,
Y tan dulce como el aroma,
De tu perfume a rosas amarillas.
Miré tu fotografía y acaricié tu hermoso cabello,
Y besé con delicadeza,
La comisura de tus delgados labios,
Observé la profundidad de tu mirada,
Y en tus ojos negros,
Tan oscuros como una noche azulada,
Pude ver el amor que atesoraban,
Entre el silencio de tu imagen,
Y el rocío de mis palabras.
Fuiste el capullo de una flor en primavera,
La escarcha sobre las hojas, de una Dalia en frío invierno,
Fuiste rocío posado, sobre la hojarasca de un otoño viejo,
Y sol amante de verano,
Que acariciaba con amor tu piel dorada.
Fuiste preludio y sortilegio,
Y voz acariciada entre montañas,
Donde gritaba tu nombre con toda el alma,
Y me respondía en secreto el eco… llamándote alejada.
Fuiste tanto amor y tanta calma,
Tanta dulzura de piel acariciada,
Y ahora solo quedas como recuerdo,
De una foto en el poemario,
Donde besabas mis palabras.