Tu voz que me acude como espíritu seráfico
Que me inunda y me recorre
Tu voz que me inflama, me consume y derrama
Que me acaricia, me reclama y me salva
Tu voz que me convierte, asesina y me levanta
Que desorienta el sonido y la piel
Tu voz que descubre el fuego y el silencio
Que roza, acaricia y abandona
Tu voz dócil, sencilla y clara
Tu voz que se subleva, insumisa y valiente
Tu voz que recorre los espacios y vence las distancias
Tu voz que asesina el drama y enciende la ternura
Tu voz segura que enciende el fuego
Tu voz dulce que besa y calma
Tu voz quieta de placeres escondidos
Tu voz que se arrepiente, renace y reaparece
Tu voz tibia que convierte el deseo en gozo
Tu voz cálida que muda del gozo a tu vientre
Tu voz plácida que transmuta de tu vientre al gemido
Tu voz íntima que calla el gemido con tu labio ardiente