¡Luna, como esmeralda herida vagas sola!
En muriente espacio cruje tu trágico corazón,
nos miras a través de tu lagrima
y extiendes tu manto de luz en arrojada noche
donde se acumulan los tormentos de cada cuerpo solitario.
Inclemente te ven pasar sojuzgada
¿Por qué pecado horrendo, que nuestra miseria olvida,
blanca piedra en círculos te precipitas?
¿Por qué tus lágrimas de luz, en la noche, humedecen
mi cuaternario corazón que no ama nadie?
Luna, de eternas cúspides y platónicas dulzuras,
silenciosamente te vas ocultando
coronada de inhumanas e innatas sombras de tu suerte;
Respiro en la playa un duelo intacto que crece horriblemente
¡Peregrina estas allí y yo rebelde junto a ti!
¿Y quién soy, sino una carga delirante en el camino
persiguiendo en una maraña de sombras, húmedos instantes
que nos sellan esta vida?
Y tú eres esa pupila que evapora la soledad del silencio,
contemplando en el fondo de la pena, las espinas del dolor
Luna, emblemática figura del alma enamorada
comienzas a desteñirte con desgano
cuando las sombras se aparean
en el más humano rincón en que se acurruca la ternura.
¡Solo Dios sabrá besar tu corazón cuando te ocultas!