En una negra y sombría noche sin luna
mi corazón lloraba a la orilla del mar,
sin poder tu glauca mirada allí hallar
contemplaba las estrellas una por una.
El incesante oleaje mi espíritu acuna
mientras ausente dejo las horas pasar,
en el lento transcurso de mi divagar
consuelo a mi aflicción no hallé en cosa alguna.
Un fugaz fulgor alumbró las verdes olas
en medio de aquella tupida oscuridad;
a través del débil destello la beldad
me pareció ver de tus ojos esmeralda.
¡Ay, sólo fue un sueño! A la mar di la espalda
y me fui de allí a llorar mi pena a solas.
Suspiros y sueños de amor