Yo voy buscando una atalaya,
algo estremecido, la ruta sagrada,
el volcán desvanecido, en el interior
de esta nave cuadrada, casi calcinada.
Voy buscando una línea o perímetro,
de una carne corpórea y maciza, de pieles
envueltas, de caricias redondas y atormentadas.
Voy buscando un trémulo viento cesado,
la bacante universal, el sustento hermético
de tanta ídolo caído, vencido en su aposento.
Voy buscando, dentro, el navío perdido,
la playa sin litoral, las deidades reverentes
a quienes ofrecer mis pétalos dorados.
Y encuentro, torpes vaivenes olvidados,
de cabellos infinitamente caducos, hojas
lascivas mezcladas en los ojos y en las cavidades
corpulentas, bacterias e insectos.
Cercadas de misterio, las sobras de un banquete,
noticias de un ausente, protecciones de avena
y lácteas incisiones.
©