Cuando el rubor...
de su mejilla sonrosada,
dejaba triste...
el jardín de su secreto,
y pálidos rizos...
de azul ceniza,
se vertían muy despacio...
en el cáliz de la tarde,
el olvido sin arista
apenas se nos anuncia
muy despacio...
entre lirios
pudorosos,
al loor de su trasiego.