Yo apenas,
apenas yo,
nada me cubre
si tus ojos
no me ven,
y soy espeso
como el cansancio,
y sordo soy
hasta que tu voz
me llena
de libertad,
soy fécula
de la palabra vida,
hasta que
tus manos,
convierten
en esperma
mi sonrisa
y aflora la caricia,
y vuelvo a ser
del aire
que me trae
a tu costado,
el mismo aire
que surca
la distancia
entre tus labios
y mi boca,
llenando
de fuerzas
las palabras
sobre las que caminamos.
Eduardo A Bello Martínez
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