Silencio... el poeta está agonizando.
Su corazón está destrozado.
Hay en él tanta amargura,
tanta aflicción, que no desea
escuchar ruidos.
Al poeta, sus dedos han paralizado.
Su mente se ha muerto.
Silencio... el poeta vive,
pero tiene sus ojos cerrados.
El poeta tiene una gran pena.
Pide letras, pero no puede
escribirlas porque no sabe qué.
Con sus ojos cerrados
ruega y suplica al
Señor de los cielos...
Silencio...el poeta está rezando...
\" Señor, tengo que pedirte perdón.
Me siento, como si estuviese muerto.
Me siento dolorido,
triste... y pedirte,
con este sentido silencio,
que me ayudes.
¡Sálvame, y al mismo tiempo, perdóname!
Locas ideas vienen a mi cerebro.
¡Perdóname por ellas!
Oh, Dios, te he prometido
nunca abandonarte!
Y lo he cumplido,
desde que he nacido.
Pido silencio, porque tengo
en mi cerebro,
palillos que lo golpean
como si fuese un tambor.
Sé que tú no has de abandonarme...
¡Pero no me abandones, por favor!
No te separes de mi lado,
porque necesito de tu presencia.
Sigue otorgándome
la fortaleza que había encontrado.
Un nuevo momento
en mi vida, de soledad.
Acompáñame, para aplacarla.
Y nuevamente, te pido perdón
por mis malos pensamientos.
Trágicos sentimientos
que anulan mi entendimiento.
Padre mío, déjame abrazarte
fuerte, y no me abandones,
porque si no...
¡Perdóname Señor!\"
Derechos autor (Hugo Emilio Ocanto - 24/09/2015)