Eras el encantó que pesó en mi cabeza,
eras negrura,
finura rutinaria el estilizar tus crecidas andanzas,
eras múltiple y ensortijado,
eras la punta,
eras el premio,
eras vital,
eras fuente renovada.
Remanente,
exigua fortuna te perdiste,
para siempre.
Recuerdo de tu gota infausta.
Te fuiste difuminando, con mi grito ahogado.
Cuánto supliqué tu bendita tempestad, negra, delgada y espiral.
Hasta de chanza blanquearon tus restos lindantes,
allí, a la luz exhiben platinada suerte y burla.
Desaparición,
maldito presagio envolvió pérdida celeste.
Ahora nada qué esperar, ¿dónde te encuentro?
Mi adorno de reflejo.