Por qué andará el hombre siempre vestido,
perdido y absorto entre tanto vacuo atuendo,
resuelto y disciplinado entre esos militares mantos,
que apenas cubren sus contradicciones y miedos?
Silenciosamente la vida le transcurre como el aborto
de un feto inminente que pudo ser mejor. Y entre
los labios le crecen las flores que un verano le depositó.
El hombre se magulla tortuosamente entre tanto insano laberinto,
medita sus proporciones rígidas por las aceras urbanas,
y resuelto a padecer la máscara de la muerte, accede
al dédalo universal de la serpiente, que le muerde las yemas
de los dedos.
No puedo creer en este engranaje que tritura y mata
las venas que corren libremente por mis ingles, por
las cicatrices de mi espíritu.
El vaho aumenta y yo sigo en la ventana, mirándote-.
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