Extraño la magia de tus ojos
Cuando la tarde llega y el alma oscurece
Cuando el horizonte tatúa en su infinito
Las horas muertas… muertas con tu ausencia.
Dónde está tu sonrisa;
Esa que sabía redimir mis agonías,
La que me llenaba todo
La que me inundaba el alma.
Dónde habitan hoy tus alegrías.
Hoy sólo hay hueco en este viejo corazón…
Sí… Este terco corazón que no te olvida,
Que sufre en la noche,
que muere en el día
Que pasa las horas preñadas de agonía, silente y ajeno.
Dónde están esas avecillas de tus manos
Esas que sabían hacerme sentir el rey del mundo.
Por qué… Por qué dejaste de vivir en mi mirada
Por qué adelantaste así todos mis pasos.
La oscuridad inclemente apaga mi sollozo
Y mi plegaria con tu nombre de diluye.
Dónde fueron a parar las alegrías,
cuándo murió tu nombre,
cuándo que hoy lo invoco, y ya no vienes
Mis tristes huesos se resisten
ellos, ellos no entienden de tu ausencia,
no entienden de profundas soledades
tan solo se levantan cual autómata obediente,
a no sé qué destino
y me arrastran por esta senda que no es vida.
Dónde estás, tú que dabas color a mis segundos,
que tejías ilusiones con mis sueños;
dónde habita hoy tu aliento de poema;
ven, no te olvides este mi corazón cautivo
que desangra sus deseos con su pena
ven a darme, de nuevo con tu magia
ven a darme una razón para seguir…o dime como eliminar esta oquedad que me consume.