¡Ah ciudad encantada, bella perla del mar!
Tú que entre las ciudades la más hermosa eres,
dime, ¿entre todos los más afortunados seres
adónde a mi celeste amada iré yo a buscar?
¿Adó mis inciertos pasos habré de orientar
para encontrar a la hechicera y sublime Ceres,
hermosura sin par entre todas las mujeres,
y que nadie en este mundo pudo superar?
Dechado de beldad, tesoro etéreo y divino,
por contemplar de nuevo tu inefable hermosura
no dudaría en hollar el execrable averno.
Muestra a tu impávido esclavo el sidéreo camino
que ponga fin a tanta congoja y amargura,
porque vivir sin ti es vivir en el infierno.
Suspiros y sueños de amor