Cierro mis ojos y percibo los frescos aromas de la bienaventurada primavera. A mi mente acuden las imágenes en que juntos ascendimos por aquella frondosa cordillera. Al bajar, mis pies resbalaban y yo tenía temor de caer, pero tú me tomabas entre tus brazos invitándome a seguir paso a paso y con tu apoyo seguí adelante.
Al llegar a nuestro destino te reclinaste sobre el pasto, extenuado, en lo que yo no me cansaba de contemplar tu barbado rostro. Tus ojos, esos tus lindos ojos que tanto me gusta contemplar, porque en ellos veo reflejada la ternura que en tu alma anida. Ese brillo celestial que he encontrado en ellos me dicen que eres mi pasión. Recuerdo que me acomodé a tu lado deseando que ese día se quedara en nuestro recuerdo para siempre.
Aquel verdinegro paisaje, ese fresco olor a hierba sano como nuestro cariño. El sonido de las hojas que crujían y las ramas que al moverse melodiosas espantaban a las aves que al darse cuenta de nuestra presencia comenzaban a entonar melodiosas notas en honor a nuestro amor.
En ese momento comenzaban a danzar de rama en rama, en lo que el viento ululaba a la par y comenzaba a cantar, \"Dos poetas le cantan al amor\" ahora se encuentran aquí, en Villas del carbón.
Y el murmullo del agua de aquel majestuoso río al correr, se llevaba para siempre el juramento de nuestro gran amor y lo depositaba en la profundidad donde las piedras que arrastraba la corriente, melodiosas daban gloria a Dios.
Ese atardecer, parte de mi alma quedó para siempre sepultada entre la espesura de la gran cima, y fue en ese momento en que brotó el gran afecto por tu bendito linaje que nos acompañaba. En lo que nuestras bocas esa misma tarde se profesaban un gran cariño.
Una pasión sin igual, un amor entregado, desinteresado, pulcro y cristalino como el mismo cielo azur , que de lejos nos cubría de bendiciones. Esa tarde amor me sentí la mujer más feliz del planeta, y hoy añorando esa víspera florecida ruego al cielo pronto poder estar a tu lado nuevamente, para nunca más volver a separarme de ti.
Más hoy en esta fecha, y sin lograr contener las lágrimas de tanta felicidad mi memoria ha vuelto a evocar esta parte de nuestra gran historia de amor, capturada para siempre en mi alma de mujer enamorada.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Villa del Carbón Estado de México.