Yo que no soy nada aristócrata. He sido invitado a algún banquete. Ellos no sabían que era un ácrata. Ni que tampoco tenía algún amiguete. Lo importante es sentarse para la cena. No todos los días se tiene la oportunidad. Hay que tener siempre la barriga llena. Y no contar nunca a nadie la verdad. En una ciudad elegante conocí. Dos restaurantes uno rico y otro pobre. En el primero comí y bebí. Del segundo no recuerdo ni el nombre. En el primer restaurante había música clásica. En el segundo solo silencio y murmullo. En el primero una atmósfera mágica. En el segundo con tanta gente solo había barullo.