Pinceladas de amarillo
y azul...
surcan el cielo sin estrellas,
cipreses...
como pálidos temblores,
se returcen...
entre álamos sin dueño,
la pintura...
es escorzo sin memoria,
donde lágrimas impares
saludan...
entre lánguidos suspiros,
la quintaesencia absurda
de todo lo creado.