Rafael Parra Barrios

La historia de la historia

 

La historia

No me refiero a la historia pasada, tampoco a la que ocurre ahora, es a la que vendrá, a la que le escribo.

Es a la que no existe, por la que hay que luchar, que es tan pretenciosa, que no se puede atrapar.

Se hace al andar de los pueblos luchando por su libertad, y aunque la anuncien, ella los negará.

Es única en su asunción, imposible de alcanzar, por eso les hablaré de ella hasta poderla exaltar.

Es una sociedad preñada de luz y libertad, y de esa historia es la que les quiero explicar.

 La historia

La historia, indomable criatura, no se deja enlazar por los opresores de la jungla social.

Ella, libre como el viento, cabalga los cielos palpando estrellas, sin titilar sus secretos.

Sus desenlaces no se anuncian, brotan con tanta fuerza, que solo semejan un sismo estructural.

El acto histórico existe cuando se alinean los puntos cardinales y surge una nueva realidad.

Quienes osan vociferar sus resultados, especulan y pecan de ser falsos profetas.

No se predice ni se translitera, nace y se expande. Es una semilla, un bosque, una primavera.

No admite pronósticos, porque su naturaleza es extraordinaria, insurrecta y peculiar.

Es un espacio que cambia, un tiempo que muta, que vendrá y al llegar, sorprenderá.

Ella, estigma del nocturnal de la épica, surge de escombros, a veces del erial, para mostrar rubor.

Y si proviene de la guerra, no se sabe cuando vendrá, aunque su propósito sea la paz.

No es una fórmula matemática, ni una metodología más, es la creación, la rreverencia, la libertad.

Afirmar lo que sucederá en el destino de un pueblo, es marchitar su esencia germinar.

Estéril postura la de los que sin existir, la dictaminan, pues al final la amedrentan y merman su luz.

Ella, porfiada y testaruda, no le hace caso a necios, y sigue presentando sus travesuras.