Ben-.

El escritor-.

Madre! Se presenta

ante usted el escritor:
madre, si usted supiera,

el deseo terrible, la marca

indecible, el espanto solitario,

y la mueca irreprimible, del gesto

vencido y volcado....usted preferiría

que no hubiera nacido, sin duda alguna.

Pues aquí madre, para todo, soy

el escritor: y aunque no nací en cuna divina,

me amortiguan los pesos contrarios

y las lascivas miradas de los millares de presidiarios

a los que convoco e implico en mi poesía.

Tomando medidas, voy; por el cielo difuso,

presiento la muerte de un astro voraz

que come de entre mis manos más pálidas,

y observando terribles aposentos de bocas desnudas,

mi cuerpo soporta el salitre y los espejos desbocados

en las llanuras, oh, madre, cuánto siento ser

el solitario escritor, el que enmienda las brumas.

Porque el silencio sólo es mi compañero

y las piedras buscan consuelo en los planetas calcinados,

y yo demuestro mi ansía estúpida de enumerar

su sistema indescifrable. Oh madre, cuánto echo

de menos su palabra! Mis números de antología,

la revista callada y paciente que aguardaba siempre

tras su mano, escondida; la altanera presencia

de muebles sencillos y humildes que yo antes

por ignorancia, solía despreciar.

Y gota a gota, la lluvia frágil que avecinaba

tormentas gozosas de palabras cercanas y vigilantes.

Qué explanadas tremendas, qué súbitos amaneceres

en la pedrera, qué insoslayables relámpagos

en la espalda hasta advertirla de su somnolencia!

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