A Antonio Machado y Rafael Alberti
Anoche mientras dormía soñé, oh mi amada,
que en una vasta región sideral te perdía.
Una sedosa y deslumbradora luz seguía
que me guiaba a una impetuosa encrucijada,
cuando miraba tu imagen bella y adorada
en medio del intenso resplandor que veía.
Y soñé que todo tu esplendor se diluía
en el espacio de las sombras y de la nada.
Cuando penetró en mi alcoba la alegre alborada
y mis pupilas hirió la luz del nuevo día,
un acerado dolor punzó mi alma agobiada
al cerciorarme que a mi lado no te tenía.
¿Por qué no vuelves a mí, paloma equivocada,
y arrancas de mi corazón tan lenta agonía?
Suspiros y sueños de amor