En el principio
el cielo tomó vida.
Era el día uno.
Luego la luz
rompiendo las tinieblas
también llegó.
Por fin el mar,
vestido y con sus trenzas,
vino a bailar.
Siguió la tierra
con frutos y semillas
y estuvo bien.
Con timidez,
brillaron las estrellas,
y fueron faros.
Pero faltaban
ganados, animales,
los peces y aves.
Y estos llegaron,
igual que vino el hombre
que me dio vida.
Así nacieron
los mimbres y la esencia
de los poemas.
Y descansó,
la mano del Artista
de aquella escena.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/10/19