VISTE DE NEGRO Y ÁMBAR
Brilla el rocío en la hoja
y en los reflejos de plata,
se patenta la belleza.
Como luceros de bronce
en sus luces cenitales,
cristalinas variedades,
que barnizan el planeta.
Reflejos en el semblante
que definen la verdad.
Una bella realidad
que desvela su talante.
Gotas de brisa brillantes,
que acarician la fealdad
que solo existe en la mente,
en profunda soledad.
Destellos entre las sombras,
entre las nubes de nácar,
son lúcidos pensamientos
que va reflejando el alma,
el alma de quienes viven
en la coherencia y la calma.
Entre los grises y negros,
entre el blanco y en el albar,
viven siempre en equilibrio,
quienes se entregan sin pausa.
Primavera de soles,
otoños de esperanza.
Recogidos inviernos
en la piel erizada
y unos besos de fuego,
para alentar las brasas.
Primaveras de sueños
que en la mente se ensamblan,
con lazos invisibles
que en el amor se abrazan.
El corazón se encoge
cuando la mente habla
y vibra en las entrañas,
la pasión agachada.
La altisonante nota
de una extraña palabra
y unos labios que tiemblan,
presos al contemplarla.
La razón se ha dormido,
perdida en la añoranza.
Viste de blanco el culmen
en la vida que avanza
y se queda atrapada,
la febril añagaza.
Evoluciona el tallo
de la inminente rama
y se quedan sin nombre,
en la dura batalla.
En la cúspide lloran,
la verdad y la palabra.
Respeto grita el héroe
desnudando su alma,
mientras el necio esconde
en sus manos la trampa.
A.L.
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25/11/2019