Señora divina, con boca de grana,
con ojos azules, y bucles dorados;
que lleva en su cuerpo los goces soñados
que guardan de oriente, pasión soberana.
Su talle de avispa, de grácil sultana,
despierta delirios, de fuego bordados;
usted me emborracha con vinos sagrados
que trae en sus labios, de diosa pagana.
Bendita las horas, libando ambrosía
que exhalan sus formas, en regios caudales;
bendita la noche, que su alma y la mía
oyeron las notas de cantos astrales;
con cuyos acordes, su imagen vertía
la llama que enciende deseos mortales.
Autor: Aníbal Rodríguez.