Allá dónde el dolor roce la indiferencia,
habrá una verdad, la cual,
de puntillas, por cristales,
trate de no tropezar.
Toma mentiras encapsuladas,
cuál analgésico instantáneo,
retando a la causa momentánea,
procurando no hacerse daño.
Fiel defensor de sí mismo,
que dá golpes de pecho hasta sangrar,
enemigo del que no sepa
ponerse en su lugar.
Algún día habrá de afrontar,
bocas que ahora trata acallar,
entonces sabrá lo que ha perdido,
por cruzar ciego, sin mirar.
Más es tan fácil caer...
Quien no ha, alguna vez,
escondido su rostro por no ver
lo que al alma dolía.
Si al ignorar el motor estimular,
podía suplir el propio sufrimiento...
¡Cómo no obviar el sentimiento!
Y cuál fe cegadora preferimos no saber.
Pero hay algo en lo oculto...
Algo entre estas letras...
Que se enciende en lo más oscuro,
Aquello que trataba no mirar...
Dónde se esconde la verdad.