Desde que no nos vemos, las noches no terminan nunca,
y de madrugada me asomo a la ventana, cuchicheo con
la luna, mientras de reojo, voy contando las estrellas de
una en una.
Desde que no nos vemos, todos los días hablo con la lluvia,
y en esos días mojados, tristes y oscuros, duermo mi alma meciéndola en su cuna.
Más tarde todo me da vueltas, y lloro, y hasta grito tu nombre en un vacío sin Eco, pero nada oigo, parece como si hubiera muerto.
Desde que no nos vemos, todo para mí es nada, y la nada me envuelve en su manta, escribo tu nombre en el aire con tinta roja, y se esfuma como una nebulosa extraña.
Desde que no nos vemos, dentro de mi aún estás más enraizada, mi identidad perdida, juro que no la buscaré,
si quiere volver, que vuelva, eres una obsesión suicida,
una herida abierta, que sangra continuamente recordándome esa singular esencia tan tuya.
Mael Lorens
Reservado el derecho
de Autor 26/11/2019