La sal se vuelve cristalina en tus pezones
sal de salazón, de amargura y de verdad.
La sal tiembla en tu saliva y da lo que ofrece,
ni más ni menos.
Salta la literatura por los aires
en este poema, pues, tus pies, resuenan
como feroces leonas, en toda la estancia.
Tacones infames que sin embargo me causa
placer, escuchar.
Y el vello se eriza tras la puerta que se cierra.
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