Refugio-hogar de arena
No me gustó el barro, la suciedad y el mal olor de mi cruda realidad, no era así como lo pinté en un recuadro de madrugada en mi niñez.
Así que, le grité a la vida, salté y en los escombros había arena, con ella, con mis manos comencé a darle forma a mi nuevo hogar, no iba a mejorar...
Pero, qué importa ¡manos a la obra!
Tapé las imperfecciones con aspiraciones, pinté los hongos con egos, y descolgué los fracasos de la pared, instalé las luces de ilusiones de lanilla en mi lamparilla.
Enmurallé de amores tardíos, decoré los cuadros con paisajes alegres del pasado, perfumé mi casa con la fragancia de los sueños de mi infancia.
Me enrollé en las sabanas de la espectativa, desayunaba y madrugaba el fuego que tenía, tomé el tiempo y lo guardé en un cajón.
Los años pasaron perdidos en un callejón, los logros, amistades, sonrisas y amores colgaron en aquél mural en el que cada mañana miraba al despertar...