En flamígeras y doradas tardes de otoño
en tus verdes ojos se agitaba el océano,
en sus lúgubres y abisales profundidades
intrépido buscaba yo mi adorado sueño.
Con gran esperanza lancé mis arteras redes
a los negros abismos del tétrico piélago,
en sus intrincadas mallas capturar quería
las mieles de mi idolatrado y dulce anhelo.
Busqué en los negros abismos tus rojos corales
para poder robarte un apasionado beso,
pero tú giraste tu cara de amapola
hacia el inmenso piélago del vasto universo.
Volví a lanzar mis astutas redes al abismo
con intención de estrecharte contra mi pecho;
como fugaz rayo de esperanza que se esfuma
te alejaste de mí en los brazos del viento.
Suspiros y sueños de amor