A veces no hay que estar ciego para no ver
Que la luz del camino se apagó antes de tiempo
Y la flor que era hermosa se marchito
Las piedras como arena se deshacen
El hierro por más fuerte se corroe
Y se corrompe el pensamiento que se queda en el capricho
El tiempo no perdona a nadie
Lo que el se lleva, no vuelve más
Y cuando se acaba solo deja la soledad
Cómo una ola del mar
Que no vuelve a repetirse
Y como el cielo que es inmenso y también es vanidad...