Lentamente rodó de sus pupilas
una gota que quiso ser poema,
cuyo duelo de pálida azucena
revelaba del alma su agonía.
Como clara burbuja que levita
en su fondo cargaba la tristeza,
del amor que murió de tanta espera
destruyendo el ensueño de su vida.
Al volverse de pronto fuerte llanto,
floreció del dolor el negro loto
y de sombras su sueño fue cubierto.
Desde entonces su lira se ha callado,
y silente, parece mustio tordo
cuyo trino precioso es un lamento.
Autor: Aníbal Rodríguez.