Se desvelan mis manos acariciando tus cabellos,
Tiemblan mis manos tentados por el deseo de tu piel,
Caigo rendido a tus ojos como caen las hojas en otoño,
Y se ensancha mi corazón al abrazarte, y declarase enamorado,
Mi boca como un mar enfurecido golpea con tus labios
De fruta fresca haciendo estremecer mi alma.
El poeta que forjaste en mí, es consecuencia de ese amor
Que me brindas y que profeso,
De la hoguera que hay en cada caricia de tus pequeñas manos
Y de ese calor de primavera que encontré a tu lado.
Cuando empuño la pluma, cuando tomo el blanco papel
Y mis letras en ella reposan en tinta indeleble,
Sé, que han regresan a ti, pues eres la musa inspiradora
De este hombre que hizo nido en tu pecho
Que se acurruca en ti, con todos sus sentimientos
De la cual eres su dueña.