Es el Espíritu Santo,
el verbo que en Dios Niño se encarnó,
y que sin hacer ruido,
vino a nacer, en un agujero perdido...
Es mi centro amoroso,
cuando me entrego a su testimonio,
para que llene mi vacío
con su amor fundido en uno solo...
Es el amor infinito,
lo que me resalta Jesucristo divino,
que fue Crucificado
de un modo cruel y escarnecido...
Es el Dios vivo
que muriendo acabó resucitando,
y su corazón sagrado,
es en lo cierto, la verdad de mi camino...