Nadie imaginaba la gloria. En el otro mundo. Nada más que escoria. Encontró con olor nauseabundo. Allí como en todas las ciudades. Había barrios elegantes y residenciales. Estaban mezcladas mentiras y verdades. Pero separaban foráneos de nacionales. La sorpresa fue ver jóvenes americanos. Que tocaban con gracia la guitarra. No se discriminaba allí a los mejicanos. Sabían divertirse en musical farra. Sin embargo la naturaleza es ajena. La tierra sin avisar se abre. Cuando su vientre de fuego se llena. Ahora será fértil para que se labre