A veces, planeo todo tan bien, del modo que se que nadie vendrá a buscarme, que estaré tan sola como siempre, y tendré el tiempo necesario para probar la muerte; al igual que la vida a pedazos hasta la migaja me pareció exquisita.
A veces siento que tengo rebosante el contenido y necesito drenar las emociones que atinan en los ojos de los que me ven la sonrisa, triste.
Porque no hay ningún lugar a donde mi luz incandescente no le ciegue las alegrías y la obscuridad la apague cual viento a la vela de cera.
A veces mi vida es un hilo más delgado que un cabello, que estiro hasta el punto de quiebre y duele demasiado no saber que medicamento tomar para que la vida vuelva a ser amable.
Con mis ojos parcos y opacos me veo en el espejo y no parece que alguien lo haya notado, que desde hace años no brilla la luz en ellos. Solo yo puedo ver lo lento que me he ido, y el desierto en el que me he perdido...
Quién podrá tocarme la mano y decirme si los pájaros han tocado la misma melodía hoy, quién podrá tocarme la cara para hacerme saber que alguien tropieza conmigo, quién me avisara si las mariposas aterrizan en mi cabello azul, y quien me preguntara para reírse un poco; la fecha en que vivo?
Si me recuerdas me dirás quién fui? Y mis letras dirán alguna vez la historia que me tendrás que contar...
La vida exquisita, me sabe azul, salada como una lágrima y amarga como un café negro, pero azul, azul, azul...