Cuan poco y tanto en una vida que suspira:
Con su sonrisa detenida en sus dulces labios
seduce mis pensamientos y los aglutina
en ellos: la confluencia de todos mis deseos.
Nada me pide su voz, pero todo se entrega
a su mirada enamorada: mi corazón prendido
de ese hilo dorado: sus destellos: cuanto ata
y me atrapa: su fuerza indivisible: su poderío.
Soy vida, que, con las pinzas de sus pestañas
se fija al filamento de un hilo dorado: el suyo
y se calienta al sol que desprende su mirada
y que, a través de ella, en lo más profundo
de sus ojos, haya la razón de su existencia
como haya el camino perdido el arrepentido.
Cuan poco necesita el que camina sediento:
perlas de rocío detenidas en su dulce boca:
semblanza de impaciencia abocada al delirio:
los deseos resecos por fantasías y quimeras:
soñar un solo destino: uno rojo aterciopelado:
risueño como una invitación a la vida eterna.
Y de perecer solo en las interminables arenas:
árido desierto sin horizonte: sólo espejismo,
que fuera en una cálida noche: tan estrellada
como tupida son las trenzas de sus cabellos.
Sólo así, si se diera, mi existencia silenciada:
cuerpo de viento y alma de luz sin resplandor,
podrá encontrar la senda que me lleve a Ella
porque Ella es la luz, es mi voz, es el amor.
Porque además sé, que…
-Es la luz que se refleja en cuanto alcanzo
-Es mi voz porque la suya es mi semblanza
-Es el amor que inunda y riega mi universo.
Es además de todo eso y más que todo esto:
-Es la cabaña en la falda de la montaña
-El río que me dice que nada está perdido
-El recodo del camino donde me espera
-La espiga que augura pan para el mañana.
Y del brocal del pozo donde sacio la sed,
también la seguridad: sé que toda Ella es,
además, cuanto rodea mi frágil existencia
y, en mis delirios, la que me salva de caer.
Una cálida brisa, al pasar, le hizo ver:
Es así que todo cuanto es cierto y precepto
en una existencia que en su razonamiento
sabe que nada puede cambiar los tiempos:
será siempre un peldaño más y uno menos
para poder llegar a la cima de unos besos.
Que lo que quede atrás solo será un deseo
y lo que logra alcanzar una mota de polvo
comparado con cuanto fueran sus sueños:
los que se hacen realidad con un: te quiero.
Y como puedo sortear las arenas del desierto
-preguntó quien se sitió perdido-
-déjate llevar por los sueños, ellos son deseos
y los deseos son como golondrinas que anidan
incansables, esperanzadas en ver volar mañana
el fruto de un amor que no conoce fronteras
ni vientos que les impidan soñar con quimeras.
…
Algo que había rozado sus labios lo despertó,
una silueta envuelta en seda transparente,
un rostro de mujer con una sonrisa reluciente
encendió la luz de su corazón adormilado
y sin hablar le dijo:
Saca las alforjas y llénalas de amor
vamos a emprender el camino de regreso,
nos espera la cabaña, la espiga de trigo
y el pozo donde podrás saciar tu sed,
que, con el agua de mis labios te daré.
Se levantó, fue hacia ella y agarrando
su cintura casi desnuda, la atrajo
hacia su cuerpo casi desnudo.
Con un beso largo y profundo
recuperó el calor de su cuerpo aterido
y se alejó del sueño y del pasado,
al tiempo
que golondrinas levantaban el vuelo.